Cada viaje es un camino nuevo, un camino lleno de enseñanzas que se encuentran con ese maestro interior que todos tenemos. Una vez más puedo decir que soy un tipo afortunado que puede dedicar un par de meses al año a seguir encontrándome en la sonrisa de un niño, en los ojos de un anciano o en mis lagrimas de frustración por no poder comunicarme.
Un agradecimiento a muchos de los que me apoyan en esta aventura, no pretendo cambiar al mundo ni a mi país solamente pretendo cambiarme a mi y poder contagiar a un par en el camino.